En la era post-pandémica, la calidad del aire en espacios cerrados ha cobrado una relevancia sin precedentes. La necesidad de garantizar ambientes saludables y bien ventilados se ha convertido en una prioridad, especialmente en instituciones educativas y lugares de trabajo.
En este contexto, Carlos Leonardo Velázquez Zúñiga, Héctor Daniel Cortés González (Turbo) y Jesús Antonio del Río Portilla desarrollaron en el Instituto de Energías Renovables de la UNAM un innovador monitor de dióxido de carbono (CO₂) que promete transformar la manera en que monitoreamos y gestionamos la calidad del aire en diversos entornos.
El proyecto surge como respuesta a la necesidad de evaluar la
ventilación adecuada en los salones de clase tras la pandemia de
COVID-19. Queríamos saber cómo estaba la densidad de dióxido
de carbono en los salones y con eso medir indirectamente la
probabilidad de que hubiera contagios.
Este monitoreo es crucial, ya que altos niveles de CO₂ pueden
indicar una ventilación insuficiente, lo que aumenta el riesgo de
transmisión de enfermedades respiratorias.
El monitor desarrollado es un dispositivo compacto y de bajo
costo que mide no sólo los niveles de CO₂, sino también la
temperatura y la humedad relativa. Su diseño se basa en
componentes de hardware y software abiertos, lo que facilita su
construcción y personalización.
El monitor consta de dos placas que albergan una pantalla tipo
papel, donde se visualizan las lecturas en tonos negro y blanco.
Su tamaño es reducido, aproximadamente 6 cm por 2 cm por 3
cm, y está equipado con imanes que permiten fijarlo con
facilidad en superficies metálicas. Es un artefacto que no
necesita una carcasa; sólo son dos placas con conectores, y lo
vamos armando como si fuera un rompecabezas.
Una de las principales ventajas de este monitor es su facilidad de
ensamblaje. “La mayoría de los componentes electrónicos
requieren soldadura, pero este sensor no necesita soldarse. Solo
tienes que ensamblar las piezas como si fueran legos pequeños",
explica.
Además, el tiempo estimado para su construcción es mínimo,
alrededor de una hora, siempre y cuando se cuente con todos los
componentes necesarios.
El uso de hardware y software abiertos no sólo reduce los
costos, sino que también democratiza el acceso a la tecnología.
Cualquier persona interesada puede construir su propio monitor
de CO₂ siguiendo las instrucciones disponibles en línea.
"El placer de armar algo, el placer de bajar un código,
programarlo para decir cómo se ponen las cosas, qué letras
aparecen, creo que no tiene comparación", comentó el doctor del
Río.
Además de su uso en aulas, este monitor tiene aplicaciones en
oficinas y otros espacios cerrados donde es crucial mantener una
buena calidad del aire.
"Puede ser utilizado para medir la contaminación de virus de
cualquier especie gripal o para ver si debemos ventilar porque la
gente se está durmiendo durant e las clases", menciona.
El proyecto no sólo se enfoca en la salud pública, sino también
en la sostenibilidad ambiental. El uso de componentes de
hardware abierto y software libre fomenta una cultura de
colaboración y reutilización de recursos, alineándose con los
principios de la economía circular.
Además, el monitor puede integrarse con otros sensores para
ampliar sus capacidades, como medir ozono y partículas
suspendidas, lo que lo convierte en una herramienta versátil
para el monitoreo ambiental.
“Para facilitar la difusión de cómo construir estos monitores, el
equipo del IER publicó un manual detallado disponible en línea a
través de Libros de libre acceso de la UNAM."
“El manual está disponible para todo el mundo en formato PDF,
para cualquier dispositivo con acceso a Internet.
“El manual permitirá a estudiantes, investigadores y entusiastas
de la tecnología replicar y personalizar el monitor, según sus
necesidades específicas.”
“El desarrollo del monitor de dióxido de carbono representa un
avance significativo en el campo del monitoreo ambiental y la
salud pública. Su enfoque en la accesibilidad, sostenibilidad y
colaboración abierta democratiza el acceso a la tecnología.
“Proyectos como este demuestran cómo la investigación
académica puede tener un impacto tangible y positivo en la
sociedad, ofreciendo soluciones prácticas a desafíos
contemporáneos.”
Pequeño monitor de dióxido de carbono, construido en el IER.
Portada del manual
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